Un gran reencuentro (Julie)

Después de varios días sin ver a Julie la llame para ver que había pasado con ella, la verdad era que la extrañaba demasiadote dije que nos veríamos en Starbucks.
Salí temprano de casa ya que quería ver y estar con ella. Al llegar decidí que esperaría fuera un rato para esperarla.

Había recorrido media habitación cuando se dió cuenta de que le faltaban las llaves del coche. Pasados diez minutos de búsqueda se rindió y decidió que lo mejor sería pedir un taxi para no perder el tiempo. Cogió el bolso y se lo colocó al hombro a medida que iba bajando las escaleras, encaminándose a la acera para ponerse de puntillas sobre sus tacones y alzar el brazo con ánimos de llamar la atención de algún buen taxista. Al conseguirlo le indicó la dirección y no muy lejos de la misma se bajó para caminar el trozo que le quedaba. Divisió a Colin en la puerta y se acercó con una sonrisa en los labios.
- Hey -murmuró a modo de saludo mientras rodeaba el cuerpo del chico con sus brazos. Hacía más de dos días que no le veía y últimamente tampoco es que estubiesen tan juntos. Julie le sacó importancia y se separó lo necesario como para darle un suave beso en los labios.

La tome por la cintura al ver que estaba frente a mi y conteste a su beso con ternura, me aleje lo suficiente para mirarla a los ojos, la estreche contra mi cuerpo y le susurre – te extrañe – bese la cobertura de sus labios y luego tome su mano – entramos? - le dedique una sonrisa y un guiño de ojo

Julie deshizo la sonrisa para dejarla en una mueca alegre al escuchar el primer comentario. Sí, ella también le había hechado de menos, cosa que le comunicó con un tenue asentimiento de cabeza que provocó varias ondulaciones en su melena rubia de la cual varios mechones cayeron por sus hombros.
- Venga, vamos -dijo con tranquilidad tironeando suavemente de la mano de Colin para que entrasen en el local. Ya dentro estiró el cuello en busca de una mesa libre, había bastantes puesto que no era hora punta.

Observe como caía su cabello sobre los hombros y algunos cuantos mechones en su frente con mi mano los coloque tras su oreja sonriéndole.
Camines tras ella sin soltar su mano, observando como estiraba su cuellos – que te parece esa – dije mientras señalaba una mesa al rincón que se veía bastante privada y sobre todo calida